Hace más de 7 años os introducía en el primer capítulo de la serie Banca 2.1, el servicio de pago instantáneo entre particulares denominado «Bizum«. En aquella época éramos muy pocos quienes conocíamos su utilidad, pero desde entonces, «Bizum» se ha popularizado por su facilidad de uso y la inmediatez de las transacciones permitiendo realizar transferencias de dinero a través del teléfono móvil de manera rápida y sencilla.
El comportamiento y las expectativas de los consumidores ha cambiado drásticamente en la era digital.
Los usuarios, especialmente los más jóvenes, esperan rapidez, conveniencia y personalización en todos los aspectos de su vida, incluido algo tan privado como sus finanzas. Estos cambios han ejercido una presión significativa sobre la banca tradicional cuyo modelo de negocio estaba basado en la cercanía y el trato personal, la existencia de innumerables oficinas físicas y una red profesional que, en su mejor época, rozaba la friolera cantidad de 300.000 empleados a nivel nacional.
Dicho modelo de negocio giraba entorno a una propuesta de valor centrada en la confianza, seguridad, el asesoramiento personalizado y la oferta integral de productos financieros, junto con el acceso a crédito y la presencia física. Desde la crisis financiera del 2008, el sector bancario tradicional arrastraba una debilidad estructural para generar ingresos derivada de los tipos de interés negativos y la consiguiente caída de la rentabilidad y eficiencia.
Además, el aterrizaje de la era digital y la aparición de las denominadas “Fin-Tech” (tecnología financiera) o “NeoBancos” (banca 100% digital), dinamitaron los cimientos del sector bancario y lo que antes era la joya de la corona, ahora se ha convertido en un modelo empresarial obsoleto que, desde hace años, se ha visto inmersa en una profunda renovación que incluye despidos o prejubilaciones masivas, fusiones de empresas (de 55 bancos y cajas de ahorros a apenas diez entidades en poco más de una década) y cierre de oficinas.
Si algo ha salvado a la banca tradicional de sufrir el llamado “efecto Kodak” es nuestra preocupación por la protección de nuestro dinero.
La compañía Kodak, fundada a finales del siglo XIX, dominó durante la mayor parte del siglo XX el sector de la fotografía, estando presente en las vidas de millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, a finales del siglo XX, Kodak no supo ver la velocidad de la transición de la fotografía analógica a la digital y empezó a tener dificultades financieras, hasta que la irrupción de los “smartphones” con capacidad de tomar infinitas fotografías llevó a la compañía a declararse insolvente en 2012. Kodak pasó de tener 120.000 empleados en la década de los 70 a 4.000 en 2011. El imperio de la fotografía se desmoronó en muy poco tiempo, y a partir de entonces el “efecto Kodak” describe el fenómeno de que un sector o compañía no ve los cambios que se avecinan o, a pesar de verlos, es incapaz de transformarse y sufre una disrupción en su sector, donde cambian drásticamente los actores que lo protagonizan y lideran.
Si analizamos en detalle las razones que han propiciado el declive de la banca tradicional, se puede distinguir lo siguiente:
La era de la transformación digital
Muchos bancos tradicionales operan con sistemas TIC heredados diseñados hace décadas. Estos sistemas son costosos de mantener y actualizar, lo que limita la capacidad de los bancos para innovar y ofrecer nuevos productos y servicios de manera eficiente.
Pese a que actualmente todos los bancos tradicionales cuentan con una app o plataforma web, algunos procesos burocráticos requieren la visita a sucursales para poder revisar o modificar las condiciones contractuales.
La evolución tecnológica, los procesos de digitalización y el aumento de las redes de comunicación han permitido a los consumidores acceder a una variedad de servicios financieros a través de dispositivos móviles y plataformas digitales en cualquier momento y lugar, eliminando la necesidad de visitar oficinas bancarias físicas. La capacidad de realizar transacciones, pagos o incluso solicitar préstamos sin tener que visitar una sucursal ha sido un factor decisivo para que muchos consumidores se alejen de los bancos tradicionales.
La nueva piedra angular: el análisis de datos
La banca tradicional suele estar limitada por infraestructuras tecnológicas heredadas que les dificultan aprovechar de manera efectiva los datos de los clientes para ofrecer un servicio personalizado. El uso de Big Data ha permitido recopilar, analizar y utilizar enormes volúmenes de datos para entender mejor el comportamiento del cliente y ofrecer productos financieros adaptados a las necesidades individuales.
Además, el uso de la Inteligencia Artificial ha transformado la forma en que los servicios financieros son ofrecidos y gestionados. Esta tecnología proporciona una experiencia de usuario personalizada ofreciendo soluciones financieras basadas en datos.
La innovación bancaria: “Fin-Tech” y “NeoBancos”
La banca tradicional a menudo se ve obstaculizada por su burocracia interna y regulaciones estrictas ofreciendo productos genéricos. Los consumidores actuales buscan soluciones financieras personalizadas que se adapten a sus necesidades y comportamientos individuales. Los nuevos competidores sirven productos mucho más ágiles y orientados a cada cliente, erosionando la base de usuarios de los bancos tradicionales.
Las compañías “Fin-Tech” brindan soluciones innovadoras como plataformas de préstamos peer-to-peer (P2P), robo-advisors (asesores automatizados de inversiones) y soluciones basadas en blockchain y criptomonedas. Este tipo de empresas logran captar una gran cantidad de clientes, especialmente entre las generaciones más jóvenes, debido a su capacidad para ofrecer una experiencia de usuario fluida, tarifas más bajas y servicios más flexibles.
Por otro lado, los “NeoBancos” (p.ej.: Revolut o N26) y su concepto digital-first, operan sin sucursales físicas lo que les permite carecer de una infraestructura física costosa y operar con modelos de negocio dinámicos, ofreciendo tarifas más competitivas, productos bancarios sencillos y una experiencia completamente digital y transparente.
La evolución en el comportamiento de los consumidores
Tal y como decía al inicio del post, el comportamiento y las expectativas de los consumidores se ha transformado. Estos cambios han ejercido una presión significativa sobre los bancos tradicionales que luchan por satisfacer estas expectativas debido a sus sistemas anticuados y procesos ineficientes.
Además, la falta de transparencia en las comisiones y tarifas bancarias que caracterizan a la banca tradicional tampoco invitan a considerarla como el medio ideal para gestionar nuestra banca personal. Los nuevos modelos de negocio eliminan o reducen significativamente las tarifas, lo que ha atraído a clientes que buscan soluciones más económicas y transparentes.
El concepto “Lean” aplicado al sector bancario
La banca tradicional está diseñada alrededor de una estructura humana y física intensiva que genera altos costes operativos sostenidos a través del cobro de comisiones y tarifas más altas para sus clientes.
El modelo de sucursales físicas ha sido durante mucho tiempo una de las bases del sistema bancario tradicional. Sin embargo, el mantenimiento de estas infraestructuras en un mundo donde los consumidores están migrando cada vez más a servicios digitales ha llevado a muchos bancos a cerrar sucursales, reduciendo su presencia física y su capacidad para captar nuevos clientes.
Los nuevos competidores han crecido basados en la filosofía “Lean”. Este sistema de gestión está enfocado en crear el máximo valor añadido para el cliente, eliminando todo aquello que no añade valor y reduciendo el consumo de recursos en favor de la mejora continua para agilizar las operaciones.
Pese a que el origen de esta filosofía (Toyota) es de carácter industrial (“Lean Manufacturing”), los principios y prácticas que se utilizan en la producción permiten mejorar la eficiencia y el valor en el sector financiero. Adoptar un enfoque sistemático para identificar y eliminar desperdicios, optar por la mejora continua, centrarse en el cliente y optimizar los procesos, es la vía para ofrecer un servicio de alto valor con menos recursos.
CONCLUSIÓN
El declive de la banca tradicional es el resultado de varios factores, desde la incapacidad de adaptarse rápidamente a la revolución digital, hasta la creciente competencia de las «Fin-Tech» y los «NeoBancos», que ofrecen servicios más personalizados, accesibles y eficientes.
La gestión financiera personal se ha vuelto más crucial que nunca en un entorno dinámico donde todos nosotros ya no podemos depender únicamente de la banca tradicional para gestionar y sacar el máximo rendimiento a nuestras finanzas.
Los nuevos competidores nos permiten asumir un papel más activo en la planificación, el ahorro y la inversión para asegurar nuestro bienestar financiero en el futuro.


Deja un comentario