La falacia del «buen jefe»

“Yo soy un buen jefe”. Probablemente, esta sea una de las mayores falacias que existan en nuestro entorno profesional. Tras esta afirmación que muchos actuales jefes gritan a los cuatros vientos, se esconde un razonamiento incorrecto con apariencia de razonamiento correcto. Y es que, ser “jefe de algo o alguien” es el máximo rango al que llegar en una empresa. No importa si es a nivel departamental o gerencial, los jefes siempre están en la zona alta del organigrama de las compañías.

Según el diccionario, “jefe” se define como la persona que tiene autoridad o poder sobre un grupo para dirigir su trabajo o sus actividades. Aparentemente, esto mismo es lo que diríamos nosotros si nos preguntasen por el significado de dicha palabra. Pero, y si nos preguntan por ¿buen jefe? ¿mal jefe? ¡Ay amigos! seguramente alguno de vosotros se haya acordado de su jefe con alguna de las cuestiones…

Y es que, ser jefe no requiere de poderes sobrehumanos o de un vacío existencial en la coronilla. Los jefes son personas como cada uno de nosotros que deben enfocar su trabajo hacia el bien global y no individual, y nunca olvidar que en sus inicios comenzaron su etapa profesional en la parte baja del mapa organizacional.

Por tanto, sabiendo lo que significa ser “jefe”, debemos dar el siguiente paso y dar con la clave para ser un “buen jefe” y no caer en la tentación de afirmarlo sin evaluar la calidad del trabajo.

Ser un buen jefe significa ajustar el enfoque hacia el crecimiento y enriquecimiento del equipo de trabajo, reduciendo las barreras de entrada de nuevas ideas y promoviendo la colaboración de cada uno de los trabajadores con objeto de alcanzar una mayor calidad del servicio o producto ofertado.

Por ello, para entender los requisitos que todo buen jefe debe tener, he creado el denominado “Leader’s Diamond”. Mediante el siguiente diagrama se explica:

Un buen jefe tiene 4 pilares fundamentales:

• VISION: debe ser capaz de dirigir un equipo de trabajo, delegar las tareas con la suficiente certeza de alcanzar la máxima calidad, realizar un seguimiento continuo de los trabajos, y tomar y ejecutar las decisiones oportunas ante cada situación.
• PODER: los buenos jefes no deben limitarse a dar órdenes y azotar a sus trabajadores. Un buen jefe debe ser capaz de motivar a su equipo de trabajo impulsando el planteamiento y desarrollo de ideas que mejoren la cadena de producción y ser capaz de organizar todo ello de forma que la mejora continua tanto de la empresa como del equipo de trabajo sea una realidad.
• SOCIAL: es clave tener ciertas habilidades sociales como la empatía o la cercanía. Los buenos jefes conectan con cada uno de los trabajadores, mostrando cercanía y ofreciendo las mejores soluciones a los problemas de cada uno de ellos. La confianza generada es un hecho inspirador e incentiva el positivismo entre los empleados lo que repercute en la cadena productiva.
• VALORES: los buenos jefes deben contar con una escala de valores muy clara y estudiada. Debe incluir un espíritu proactivo, optimista y creativo que sirva de ejemplo a cada uno de los trabajadores y apoye el resto de pilares del diamante.

No debemos olvidar que todas las empresas tienen un mismo corazón, formado por el conjunto de los trabajadores y es tarea de un buen jefe aportar su capacidad impulsora (PUSH) y hacer caminar al equipo hacia el infinito (PULL). Además, su aporte de valores y comunicación social facilita el EQULIBRIO dentro del equipo de trabajo.

El “Leader’s Diamond” es la unión de los 4 pilares de todo buen jefe. Su estructura PULL es equiparable al organigrama de una empresa piramidal, mientras que su actitud PUSH es el apoyo que todo buen jefe debe mostrar, situándose detrás del equipo de trabajo y apoyándolo en todo momento.

Ser un buen jefe no te asegura el éxito en una empresa ni la eterna perdurabilidad pero si te ayuda a alcanzar una mayor satisfacción personal y grupal.

A partir de ahora, razona correctamente:

Ser un buen jefe es una cuestión de enfoque, actitud y empeño.