Bienvenido, Mr. Marshall


Llevaba varios días preocupado por la falta de creatividad para redactar mi primera publicación y como os imaginaréis, el primer “post” es como el primer amor: no sabes que se siente y menos aún qué harás sentir al público lector.

Por tanto, tras probar varios títulos, bastante simplones y ridículos, me topé con el que finalmente escogí: “Bievenido, Mr Marshall”. Y, puede que alguno pregunte ¿Por qué? Bien, básicamente este título recoge un poco de todo. Por una parte os doy la bienvenida y por otra os hablaré de aquella película de Mr. Berlanga que rodó en 1953 en Guadalix de la Sierra, un pueblecito de la Comunidad de Madrid (España).

Antes de continuar, confesaros la verdad: no soy muy cinéfilo. Por falta de tiempo (excusa barata) o por falta de calidad (es la realidad) no suelo acudir al cine. Me gustan las películas creíbles, es decir, nada de fantochadas o americanadas de héroes que lanzan bolas de fuego o que disponen de espadas de colores sacadas de viejos neones. A mi me gusta el cine con espíritu, con un mensaje profundo y no hablo de dramas ni melancolías sino de cine de calidad, de esas películas que las ves tantas veces que incluso con la entradilla de “Universal Studios” te emocionas. Pero dejemos de lado eso, y vayamos al grano. No estamos aquí para hablar de mi sino para hablar de nosotros.

La película “Bienvenido, Mr Marshall” narra la historia de los habitantes de un pueblecito español que están contentos por la llegada de “los americanos” para la presentación del llamado Plan Marshall, halla por la década de los 50. Este Plan fue una iniciativa de los Estados Unidos para ayudar a Europa Occidental tras la II Guerra Mundial y conceder ayudas económicas para la reconstrucción de aquellos países de Europa devastados tras la temible guerra.

La película, con un tono de sátira y crítica, cuenta todo el proceso que se llevó a cabo para la llegada del Plan pero que en realidad, nunca lo hizo. Es un negro relato de una nación cómica que, precisamente, no se diferencia tanto de la actual.

Y es que, los españoles somos así. Nos gusta el sol y, aunque de fronteras para fuera parezca lo contrario, también nos gusta trabajar. La cuestión radica en las formas y no en el contenido. No somos de esa clase de gente que dice “no pararé hasta que lo consiga” ni “seremos los números uno por que nosotros lo valemos”. Somos más de “un cafecito y continuamos” o “si llega la ayuda, cógela y a correr”. Y estad tranquilos, eso no es un problema si queremos seguir como estamos.

Tal vez los españoles no seamos como los alemanes y sus desarrollos tecnológicos, o como los suecos y sus muebles de madera a precios de locura. La verdad verdadera es que los españoles somos tan buenos como el resto. Tenemos universidades de calidad, centros tecnológicos punteros y desarrollamos productos de primer nivel. Somos “cojonudos”.

Y el principal problema que tenemos jamás se resolverá con ayudas externas ni banderas americanas, “cartofen-es” o “ikealandias”, sino demostrando que tenemos los recursos para poder ser los números uno sin necesidad de nadie, más que la colaboración y esfuerzo entre todos nosotros. Pero si continuamos sentados, esperando la ayuda exterior o el Plan Marshall del siglo veintiuno, jamás seremos los números uno.

Y ahora un español que no hubiera entendido esto diría:

“¡PERO SEGUIREMOS TENIENDO SOL!”

Suspiro. ¡Ay! amigo, que poco has entendido.

Lo dicho. Busquemos ser los números uno, con o sin sol.

Deja un comentario


Aviso Legal, Política de Privacidad y Política de Cookies